"Que se cumplan todos tus deseos", o sus variantes como: "que logres todo lo que te propongas" (esta suena más sensata) son deseos comunes en año nuevo. Tenemos la idea de que conseguir todo lo que deseamos nos llevará indefectiblemente a la felicidad, pero ¿esto es cierto?
Muchos hemos fantaseado con ganarnos la lotería, por ejemplo, hay quienes sueñan con una relación de pareja, con una casa, un viaje, un coche nuevo, etc. Los deseos que nuestro cerebro proyecta van cargados de imágenes de mejora en nuestras vidas, por ende, deben de ayudarnos a ser más felices... o eso pensamos.
Si hacemos caso a la ciencia, nos damos cuenta que nuestras predicciones son bastante deficientes, tanto para lo bueno como para lo malo.Tenemos que acercarnos a las investigaciones científicas para regresar al camino.
Clay Crokrow, es trabajador social y psicoterapeuta, sin embargo, el trabaja con un grupo particular de pacientes. Las personas que lo consultan son los super ricos, el 1% más rico del 10% más rico. Ocurrió que unos de estos personajes llegó a consulta con él y dado que no se sintió enjuiciado por el tipo de problemas que iba a resolver, poco a poco se regó la voz de que Clay es un terapeuta que no enjuicia y que acepta como perfectamente válido que el problema de la semana sea no encontrar lugar para estacionar el yate.
La mayoría de las personas considera que sus problemas tienen que ver con dinero, consideran que si tuvieran dos, tres o diez veces lo que tienen se acabarían sus conflictos. Cuando notan que los muy ricos pacientes de Clay van a terapia y tienen problemas, confrontan esta idea y por ende, lo resienten.
Clay Crokrow dice, basado en su experiencia con esta población: "si tienes un enemigo, ve y cómprale un boleto de lotería, porque si gana, su vida será un total desastre".
Todos creemos que necesitamos más dinero para ser felices, se ha generado el mito de: a más dinero, más felicidad. Dos premios nóbel hicieron una investigación para ver si esto es real y lo que encontraron fue sumamente interesante. Tomaron una muestra representativa de trabajadores en Estados Unidos, para las personas con el salario más bajo de la muestra (unos 10,000 dólares al año), efectivamente, más dinero las hace menos estresadas, y más felices. Pero conforme mejora el salario de las personas, esto se empieza a nivelar, encontrando que a partir de los 75,000 dólares anuales ya no hay diferencia en los estados de bienestar aunque se cuadruplique la suma. Un vez que logramos holgura en la cobertura de nuestras necesidades básicas el dinero no hace diferencia en nuestro ánimo.
Nuestra intuición no logra ver los problemas que vienen con la riqueza, por ejemplo: la culpa. El rico piensa: mi vida no es perfecta pero debería de serlo porque tengo dinero. Los ricos tienen problemas de relación, no pueden confiar porque los buscan por interés, no logran tener un amigo real, viven aislados, sin saber si eres mi amigo por mi dinero, ¿si vamos a comer siempre tengo que pagar?, si estamos en una reunión y todos están comentando de lo difícil de su situación, no puedo comentar que el fin de semana me fui en mi jet privado a comer a un restaurante nuevo en París, es como restregarles en la cara lo que ellos no tienen. Los ricos se sienten atrapados en jaulas de oro, no pueden dejar el dinero que es la fuente de sus malestares, del mismo modo en que los demás podemos dejar una relación enferma o un mal trabajo.
Daniel Gilbert, psicólogo social, escritor y catedrático de Harvard nos dice: "creemos que obtener lo que deseamos nos hará inmensamente felices, pero la gente que lo logra, con frecuencia no lo siente así, la gente que no tiene lo que desea, por el contrario, con frecuencia es feliz... Este es un efecto que nos ha sorprendido a los psicólogos por décadas".
Nosotros tenemos la facultad de prospectar nuestro futuro, somos la única especie que lo puede hacer, un chimpancé no puede pensar en el próximo verano, pero esta capacidad humana es bastante deficiente. El cerebro humano no puede imaginar todos los elementos que se van a modificar con los eventos futuros. La simulación del futuro nos da una rápida ojeada de lo que va a pasar, eso es fantástico, pero es también su mayor defecto porque obvia detalles importantísimos. Por ejemplo, volverte rico: imaginas todo lo que vas a ganar pero no lo que vas a perder, muy probablemente no vas a continuar con las mismas relaciones sociales que tienes con gente que necesitan dinero pero no tienen, subestimas el número de personas que van a venir a implorarte o exigirte una y otra vez que los ayudes. Mucha gente ya no va a querer llevarse contigo porque obtuviste tu dinero de la manera equivocada, y así. Nada de eso está en nuestros escenarios del futuro.
Tenemos, adicionalmente, la capacidad de acostumbrarnos a los eventos, Gilbert le llama adaptación hedónica. Después de un rato de haber logrado algo, regresas a la normalidad emocional. nos adaptamos.
"La felicidad no es un lugar en el que puedas estar siempre, vivir ahí, es un lugar que puedes visitar una y otra vez y si haces lo correcto puedes ir con más frecuencia y quedarte más tiempo, pero no es para siempre. Es importante tener esto en cuenta porque mucha gente piensa que si después de algo muy bueno, regresan a lo cotidiano, puede haber algo mal, ¿por qué mi matrimonio, mi hijo, mi ascenso no me dan felicidad eterna?, porque simplemente no existe, felices para siempre solo pasa si te quedan tres minutos de vida". Nos dice Gilbert.
La adaptación hedónica funciona igualmente para los eventos negativos. Somos malos prediciendo lo bueno pero somos peores prediciendo lo malo. Cuando nuestro cerebro prospecta desgracias, considera que todo va a ser peor de lo que realmente es. No consideramos la adaptación, somos muy adaptables. Tenemos un sistema de defensa psicológico que nos ayuda a adaptarnos a cualquier situación. Cuando pasa algo malo, la mayor parte de las veces lo enfrentamos y salimos avante en esta situación, hay miles de ejemplos de esta actitud frente a la adversidad, y estoy hablando de experiencias que cambian la vida. Normalmente nuestra psique nos defiende a través de ideas, racionalizaciones, y por supuesto se adapta. Cuando la gente recibe un diagnóstico grave, pierde su casa en un terremoto, termina su matrimonio, etc. La gente cree que nos engañamos con estas formas de consuelo pero la felicidad que sentimos cuando pasa algo positivo, no difiere en calidad de la que nos proveemos a nosotros mismos a través de las racionalizaciones que formulamos cuando atravesamos retos fuertes.
Hay poco más de ochocientas pláticas TED que hablan de experiencias percibidas como desgracias, que cambian la vida y que al final resultaron en enormes bendiciones. Tal y como Victor Frankl en su libro "El hombre en busca de sentido".
Con eventos negativos vienen cosas buenas, siempre, pero nuestro cerebro no es capaz de visualizarlas en la imagen del futuro que construye.
Gilbert hizo una encuesta, donde preguntó qué es lo peor que puede vivir un ser humano. Estadísticamente encontró que la muerte o pérdida de un hijo es percibido como el evento más doloroso que la gente puede imaginar. Así que buscó padres que hubieran atravesado por eso para entrevistarlos, les pedía en la entrevista que le relataran lo bueno y lo malo de haber perdido a su hijo. Encontró que con mayor frecuencia, los padres tendían a relatar más bueno que malo, y eso sorprende. Si entendemos el poder del sistema inmune psicológico nos haremos más valientes. Harás más cosas, serás más osado y estarás bien.
La adaptación hedónica significa que lo malo no va a ser tan doloroso y que lo bueno no va a durar tanto. Una vez más, lo bueno y lo malo son percepciones y estas no son del todo confiables.
Con algunos ejercicios que exploraremos en este espacio podrás alcanzar la felicidad con más frecuencia ajustándote a la realidad y no a la percepción.