martes, 16 de noviembre de 2021

Diez hábitos típicos de las personas resilientes (primera parte).

La resiliencia es una de las capacidades más importantes que podemos desarrollar en nuestro diario vivir, especialmente en estos tiempos pandémicos en donde todos hemos sido puestos a prueba a diferentes niveles. Justamente por eso me parece importante comentarte que es un elemento de la personalidad que todos podemos tener y que es imprescindible para la vida saludable.  

Es común pensar que la resiliencia es algo parecido a una capacidad innata, una facultad que nace de manera espontánea en algunas personas que tienen que afrontar situaciones adversas.

Sin embargo, la resiliencia no es un rasgo de la persona que nazca con ella, ni forma parte de su temperamento. Se trata de un proceso en elq ue el individuo entra en una dinámica de interacciones con los demás y con el entorno de manera que es capaz de superar las adversidades.  

Dicho de otra forma: la resiliencia psicológica no se tiene, sino que es algo que se desarrolla y se aprende a mantener.

Es por eso que uno de los pilares de la resiliencia se encuentra directamente en los hábitos que la persona que logra desarrollarla. Estos hábitos característicos de las personas entrenadas en la resiliencia pueden ser tan variados y flexibles como maneras hay de vivir la vida, pero a grandes rasgos se pueden nombrar diez que son aplicables a la mayoría de lo casos.


1. Toman medidas para mejorar su autoestima.

Son capaces de reconocer que las acciones que hagan hoy cambiarán la manera de percibirse a sí mismas el día de mañana. Por eso, orientan parte de sus acciones hacia la mejora de la autoestima y la autoconfianza, lo hacen de manera más o menos consciente, para asegurarse de la eficacia de estas medidas y ser constantes en esta tarea.

2. Se sumergen en tareas creativas.

La creatividad es una de las formas de hacer que todos nuestros pensamientos se enfoquen hacia la resolución de un reto novedoso. La percepción de estar creando algo original hace que este hábito sea altamente estimulante, la sensación de haber terminado una pieza de trabajo que es única en el mundo es altamente placentera. Las personas resilientes lo saben y pro eso les gusta alternar las costumbres del día a día con un poco de novedad y exigencia a sí mismas. 

3. Mantienen una actitud estoica cuando conviene.

Las personas capaces de desarrollar una buena resiliencia son capaces de detectar aquellas situaciones en las que es prácticamente imposible hacer que el contexto cambie a corto o a mediano plazo. Esto posibilita que no se planteen ilusiones vanas y que sus esfuerzos para adaptarse a lo que es pasa se centren en gestionar su manera de experimentar  lo que ocurre en esta nueva situación..

4. Buscan metas constantemente.

Aceptar situaciones que en un principio parecen abrumadoramente malas, como una ruptura tras un largo noviazgo o el brote de una enfermedad, no significa que a partir de ese momento todos los aspectos de la vida de esa persona giren en torno a ese contexto percibido como negativo. Las personas resilientes muestran propensión a sacarle partido a la atención selectiva, en vez de estar todo el día pensando en las cosas malas que les ocurren, se centran en los objetivos a desarrollar. A fin de cuentas, fijarse metas con un significado personal, por muy insignificantes o trascendentales que sean estos objetivos, es lo que nos permite gestionar bien nuestros hábitos y tomar las riendas de nuestros actos. La resiliencia consiste, en parte, en orientarse hacia el horizonte posible.

5. Se rodean de personas con una actitud positiva.

Las personas resilientes lo son, entre otras cosas, porque han pasado pro alguna situación dura que los ha movido a entrenarse en su propia gestión emocional. Eso significa que asumen la existencia de una fuente ansiógena que puede generarles tensión, y lejos de pretender ignorarla

Las personas resilientes lo son, entre otras cosas, porque han pasado por alguna situación dura que les ha movido a entrenarse en su propia gestión emocional. Eso significa que asumen la existencia de una fuente ansiógena que puede generarles tensión, y lejos de pretender ignorarla o intentar suprimir su recuerdo (algo prácticamente imposible), simplemente, dirigen la atención hacia otro lado. Por ejemplo, hacia personas de actitud positiva. Envolverse en una comunidad receptiva y que apoya a sus miembros es una buena manera de facilitar la gestión de las emociones. Hacer que haya un flujo el optimismo y ansias de superación personal que vaya desde el entorno hacia uno mismo hace que todo resulte más fácil.


 

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