martes, 8 de diciembre de 2020

Siete diferencias entre un padre bueno y un padre sabio

 Uno de los principales problemas que notamos en el paradigma de la educación contemporánea, es esta idea peligrosísima de que los padres son "amigos" de los hijos. En continuación con esta idea, se percibe que el hijo no debe nunca bajo ninguna circunstancia atravesar por ninguna incomodidad y frustración que haya sido causada por su tutor... nada más lejano a la realidad. La labor educativa incluye una frustración constante y esta junto con los reforzadores positivos forjarán un carácter amoroso, compartido y asertivo. 

Los padres que se esfuerzan por caerles bien a los hijos son los que terminan generando tiranitos que no tienen un verdadero espacio en el orden social, no saben mantener relaciones a largo plazo (experiencia rica pero igualmente llena de frustraciones), carentes de empatía, tolerancia a la frustración y capacidad de demora.

Aqui te planteo siete diferencias claves entre los padres buena onda y los padres sabios, esos que si educan a los hijos para un mundo que no tiene tolerancia ni consideraciones:


I

Padre Bueno: Deja que su hijo haga lo que quiera para que deje de llorar (esto incluye prestarle el celular cuando el niño lo solicite).

Padre Sabio: No permite que su hijo lo manipule. Respeta su espacio personal y sus intereses, le enseña a su hijo a respetar a su vez el espacio paterno dado que eso lo hace empático y le abre camino en otras relaciones.

II

Padre Bueno: Sobre protege a su hijo y lo cuida de los errores, a veces haciendo lo que no le solicitaron que haga.

Padre Sabio: Permite que su hijo cometa errores (incluso si le frustran y le duelen) y aprenda lecciones sobre ellos.

III

Padre Bueno: Cuando el hijo presenta un berrinche o incomodidad, trata de calmarlo lo más rápido posible, omite comprender la fuente del mal comportamiento.

Padre Sabio: Busca comprender las razones y le orienta para que el solo resuelva sus problemas.

IV

Padre Bueno: Hace las tareas de su hijo.

Padre Sabio: Le enseña a su hijo a ser responsable. Le ayuda a resolver los problemas pero no hace las tareas por el.

V

Padre Bueno: Pasa todo el tiempo con su hijo y deja sus propios hobbies e intereses de lado. 

Padre Sabio: Se cuida a sí mismo, le enseña a su hijo a hacer lo mismo. 

VI

Padre Bueno: Su meta es criar a una persona exitosa y valiosa y que por sobre todo sea feliz. 

Padre Sabio: Construye una relación cálida y cercana con su hijo, vive el presente de la relación, sabe que con eso formará un ser humano capaz de fabricar su propia felicidad.

VII

Padre Bueno: Trata de aliviar la culpa brindando privilegios, comprando juguetes, etc. 

Padre Sabio: Le da a su hijo una mesada y le enseña a administrar su dinero y a ganarse los privilegios. Aguanta la culpa cuando la siente. 


Uno de los paradigmas de educación más eficaces que he escuchado, el de Dan Ariely, incluye un monto adecuado de frustración (como bien lo decía SIgmund Freud, la frustración es la fuente de la imaginación). En este sentido, es importante aclarar que no se trata de frustrar a los niños activamente al grado del trauma, no, nada que ver. El mundo se encarga solo de frustrarlos, lo que es importante es acompañarlos en la frustración y orientarlos a que busquen y generen su propio alivio. Eso les forjará un carácter resiliente.

Al final como decía mi abuela: "Te amo lo suficiente como para que no me importe que me odies". Eso si es amor y recuérdalo, el amor también es límites.


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