miércoles, 23 de septiembre de 2020

El feminismo radical

Todos los dias jueves por la noche un grupo de padres de familia de Lévy y un servidor nos reunimos para tener una sesión grupal de apoyo emocional. En estos grupos hablamos de temas varios principalmente relacionados con la pandemia y sus implicaciones para todos.

En el último de estos encuentros el grupo discurrió hacia temas más generales y terminó polemizando sobre los cada vez más radicales grupos feministas. Los puntos de vista del grupo se pronunciaban principalmente en dos vías:

Los primeros, comentaban que en muchas ocasiones las posturas del feminismo radical actual, tiene como efecto, criminalizar y satanizar a los hombres, además de generar la percepción de que son los únicos responsables de las conductas inadecuadas e incluso abusos sexuales. Desde este punto de vista, es igualmente importante notar que muchas mujeres suelen tener conductas de riesgo y fallan al establecer una línea clara de relación hacia su persona y con los chicos. Sin dejar de observar que nadie, bajo ninguna circunstancia, tiene derecho a propasarse, que es imprescindible el consentimiento de la otra persona, es un hecho que muchas mujeres son ambiguas en su comunicación y dan a entender cosas que al final no quieren. El punto giraba en torno a que en esta cultura de feminismo radical, no se contemplaba la importancia de la responsabilización de la mujer y el posible papel que juega al participar en conductas de riesgo. Al final, si entro a Tepito por la noche con mi Rolex de oro, nadie puede decir que no fui responsable de que asaltaran, aunque el robo es siempre condenable.

Por otro lado, otros miembros del grupo, especialmente mujeres, decían que no se sentían cómodas cuando eran incluidas en los discursos feministas radicales, específicamente cuando estas chicas que tienen conductas abiertamente criminales durante sus manifestaciones, dicen representar a todas las mujeres. En concreto, algunas madres de familia del grupo decían, "yo no me siento representada por mujeres que bandalizan monumentos, irrumpen en negocios y agreden peatones, yo no estoy de acuerdo".

Desde mi muy personal punto de vista, en este tema que es verdaderamente complejo, hace falta mucha empatía generalizada. Por un lado estoy completamente de acuerdo con estos planteamientos, de verdad, los valido totalmente, porque desde una óptica son altamente razonables. Un reclamo social que destruye propiedad privada y pública, se demerita y demerita su causa. Por otro lado, ninguna iniciativa que no contemple que el único 100% responsable de mi persona soy yo y tienda a transferir esa responsabilidad a otros, tiende a ser poco efectiva. Debemos entender como sociedad que los primeros responsables de nuestro bienestar somos nosotros mismos y que este no es posible sin el bienestar del otro.

Sin embargo, y es aquí donde es importante ampliar la mirada, estos puntos de vista no contemplan a todas esas mujeres que viven con miedo por ir a trabajar. No son las que se ponen en riesgo, alcoholizándose, drogándose y dejándose manosear por los chicos, estoy hablando de las mujeres, madres solteras, por ejemplo, que salen a trabajar y saben de manera muy clara que pueden no regresar con bien a sus casas. Hablo de las madres que suspiran con alivio cuando ven que sus hijas llegan a casa, y no son pocas. Todas esas personas que viven presas de grupos delictivos intocables, que abusan, que toman, que destruyen. Hablo de ese segmento de la sociedad que tiene décadas en una situación que no cambia. Obviamente necesitamos replantearnos el respeto a la mujer como sociedad, a la mujer primero, porque es la más agraviada, pero en seguida a todos los demás.

Sin embargo, no es mi papel juzgar la validez o falta de ella de este movimiento, sus representantes y las acciones que emprenden. Nada más lejos de mi intención y la de este espacio.

El feminismo será entonces necesario para generar un cambio estructural, eso no me toca a mí evaluarlo. El escozor me lo genera la palabra radical. Y es frente a lo radical en cualquiera de sus formas (no privativo del feminismo, también incluyamos aquí al catolicismo radical, al islam radical, a la supremacía aria radical) que yo toco miedo. Porque en esta visión humana y espiritual que busca construir, lo que une construye y el radicalismo en todas sus variadas expresiones tiende a separar.

El problema de ser radical en cualquier aspecto es que nos separa del resto, de los que piensan diferente y no permite el diálogo, el acuerdo, el equilibrio y la unión. El problema de ser radical es que nos separa y nos vuelve violentos. El problema de ser radical es que nos separa y nos limita a nuestra propia visión de las cosas dejando de lado todas las demás opiniones y lo constructivo que algunas de ellas pueden ser. El problema de ser radical es que nos separa porque nos vuelve intolerantes, clasistas, y nos da la percepción de mejores y peores, de buenos y malos. El problema de ser radical es que nos ciega haciendo que nos relacionemos con el concepto y no con la persona, con la opinión y el punto de vista y no con el individuo. 

El radicalismo nos plantea una frontera infranqueable, nos sume en separación, soledad y ruido, un ruido en el que nadie escucha. 

No hay manera de construir una sociedad de respeto y aceptación, de seguridad y de bienestar si estamos parados en la separación como paradigma de vida. 

¿Y tu, unes o separas?

1 comentario:

  1. Muy interesante análisis, creo importante que nuestros hijos vean en nosotros ese ejemplo de no juicio, tolerancia y aceptación por el que piensa distinto. Saludos

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