lunes, 30 de septiembre de 2024

Precursores de salud y madurez emocional.

Tomemos como ejemplo a un bebé que se encuentra en su cuna durmiendo apaciblemente, de repente despierta y registra que tiene hambre. El bebé comienza a llorar pero en ese momento su madre se está bañando. La tensión producto del hambre se eleva y con ella, el nivel de llanto pero mamá sigue sin acudir. El bebé entonces desarrolla un mecanismo para soportar la tensión, imagina el pecho de la madre, imagina que este viene a alimentarle, imagina la leche entrando en su cuerpo y calmando el hambre, fantasea. Por primera vez en su vida, fantasea, y este es el precursor de la fantasía y la imaginación, no ha habido una sola innovación que no haya salido de la necesidad, de la frutración. Este es el enorme valor que la tolerancia a la frustración promueve. 

Existen dos elementos que son un importante componente de la salud mental y que, en su conjunto determinan en enorme medida el tipo de interacciones que los adultos pueden tener consigo mismos y en la sociedad general: la tolerancia a la frustración y la capacidad de demora.

Es indispensable que apoyemos a los niños a desarrollar estos elementos, si se espera que logren tener un tipo de vida cercana a la felicidad. Que un individuo sea capaz de gestionarse cuando no obtiene lo que quiere o que logre espererar cuando lo que busca no se puede resolver inmediatamente, le permitirá desenvolverse con soltura en un mundo que es típicamente frustrador.

Melanie Klein, psicoanalista, alumna de Freud, hizo una muy amplia investigación y observaciones en niños, desde recién nacidos, llegando a conclusiones interesantes al respecto de la vida intrapsíquica de los menores.

Cuando permitimos que los niños se frustren, se vuelven creativos, buscan soluciones, implementan mecanismos. Cuando hacemos que los niños demoren la satisfacción de sus deseos, les permitimos establecer mecanismos internos para negociar, escuchar, y son los adultos que en el futuro lograrán negociar con sus clientes o parejas, que los podrán escuchar mejor y que pondrán la satisfacción de sus necesidades en armonía con las de los demás.

Diferenciemos frustración de trauma. No voy a complicar la vida de mis hijos innecesariamente, tampoco voy a tener una actitud agresiva, pero sí voy a promover que genere sus propias soluciones antes de yo proveérselas todas las veces, que externe sus puntos de vista ordenadamente esperando su turno para hablar, que no reciba todo lo que desea cuando lo solicita y que aprenda a esforzarse por las cosas. Le enseño que requiere aceptar la vida como es, adaptarse a ella y gestionar los cambios que desee, a diferencia de individuos que se quedan pasivamente esperando que el mundo, el entorno, les resuelva todas sus necesidades.

Si mi hijo(a) me pregunta algo, no tengo que tener todas las respuestas inmediatamente. Le puedo decir: mañana te digo. Si me pregunta algo, puedo decirle: ¿qué te imaginas?, ¿tu que harías para resolverlo? Es de suma importancia, igualmente, estimular a los niños a que hagan cosas por sus padres y sus hermanos, que aporten al sistema familiar, en su medida y capacidad pero que lo hagan. 

Así estaremos formando adultos creativos, maduros, que saben escuchar y negociar, que toman una actitud proactiva para resolver sus necesidades y dejan de. estar esperando a que el mundo les resuelva sus necesidades.

Estas personas logran construir matrimonios duraderos y armónicos, avanzar en los trabajos, conseguir y mantener a sus clientes y por supuesto sonreír incluso cuando las cosas no van bien. 

Podríamos decir que la verdadera madurez emocional es el resultado de estos dos enormes elementos y seguramente todos hemos tenido relaciones con inidividuos que no los desarrollaron adecuadamente, son caprichosos, berrinchudos, intransigentes y que sienten que se merecen todo.    

En pocas palabras, el niño que logra desarrollar tolerancia a la frustración y capacidad de demora, es el adulto que se hará cargo de sí mismo responsable y proactivamente, adultos que son bien recibidos en todos lados. 

 


miércoles, 4 de septiembre de 2024

Emociones Básicas y Ansiedad

El estreno de la segunda parte de la película Intensamente nos muestra a la perfección como se gesta y presenta un ataque de pánico. Tengo que agregar que la experiencia que Riley nos muestra, es un ataque de pánico leve.

No obstante, es importante comentar que desde que intensamente se estrenó en el 2015, los psicólogos nos la hemos pasado corrigiendo, en especial a los niños, en términos de que "desagrado" no es una emoción. Ahora pasaremos la siguiente década aclarando que la ansiedad tampoco lo es, y mucho menos una emoción básica. 

Las emociones básicas son: Tristeza (para instrospección), Enojo (defensa), Afecto (vincuación), Miedo (protección) y Alegría (carga energética). Estas cinco están presentes en todas las especies animales y si careciéramos de ellas, moriríamos dado que cumplen funciones que preservan el sistema que somos. 

Las presento en ese orden, dado que si se leen las iniciales, forman la oración: TE AMA, para facilitar la recordación. 

Son estas cinco emociones las que traemos "precargadas" en el sistema al momento de nacer y es de la combinación de estas cinco que surge todo el espectro emocional que los seres humanos somos capaces de experimentar. Entre más sofisticado es el aparato emocional, más sofisticadas las emociones que percibe. Por ejemplo hay quienes solo se manejan en un espectro de "bien" y "mal". ¿Cómo te sientes?, Bien... mal...

Conforme ganamos experiencia y madurez, el espectro emocional se amplía y podemos vivir un rango más amplio y complejo: nostalgia, pudor, indignación, realización, etc.

Sin embargo, por muy sofisticada que sea la emoción, siempre surge de la combinación de las cinco antes mencionadas. 

En futuras entradas ahondaré sobre estos temas pero por lo pronto me interesa dejar clara esta distinción. Vive tus experiencias completas en todo su rango o bien, tu sistema te hará saber en donde están los pendientes a través de síntomas ansiosos. 

¿Qué hay con la ansiedad que nos presentan en la película? La ansiedad no es una emoción como tal, sino más bien un aviso. La ansiedad aparece cuando no nos hemos permitido, por las razones que sean, procesar una experiencia (o un conjunto de experiencias) de manera correcta. No hemos atendido ciertos pendientes, ciertos elementos experienciales que son importantes para mantener un equilibrio emocional. Tal vez experiencias de mucho dolor, o de mucho enojo, o que nos generan miedos intensos  y que por lo mismo, de manera defensiva, hemos tratado de evitar. Entonces aparece la ansiedad para señalarnos que hay un tema al que tenemos que voltear a ver y darle su "digestión" adecuada. 

Si obviamos el aviso, evidentemente, éste se hará más fuerte, más aduible y más agudo. La ansiedad crece en intensidad cuando no hacemos caso a los pequeños avisos que nos envía hsata terminar en ataques de pánico, que en casos severos, pueden ser incapacitantes.