jueves, 6 de noviembre de 2025

Salud mental en niños que usan teléfonos móviles.

 Una investigación con datos de 100,000 jóvenes advierte del aumento en trastornos como la ansiedad, impulsividad o desconexión mental cuando las pantallas llegan en la infancia. "se debería exigir alfabetízación digital" (María Toldrá)


Pensamientos suicidas, agresividad, sensación de estar desconectado de la realidad y alucinaciones. Estos son solo algunos de los síntomas que desarrollarían los adolescentes si han adquirido un móvil antes de los 13 años. Así lo revela un estudio global con más de 100,000 jóvenes, publicado en la revista Journal of Human Development and Capabilites, que es una revista arbitrada.

El informe, elaborado por un grupo de expertos del Sapien Labs (EEUU), la institución que gestiona la base de datos más grande del mundo sobre bienestar mental, concluye que los jóvenes entre 18 y 24 años que recibieron su primer teléfono móvil a los 12 años o antes tienen una mayor probabilidad de presentar problemas de salud mental. 

Como explica Javier Albares, neurofisiólogo y miembro de la Sociedad Española del Sueño y de la European Sleep Research Society; el uso excesivo de pantallas, dependiendo de la edad, especialmente en pleno neurodesarrollo, representa un problema. "Lejos de mejorar su inteligencia, aprendizaje o salud mental, como nos había prometido la industria tecnológica, ocurre prácticamente lo contrario", aclara. 

Existe una relación directa: a mayor numero de horas de uso de pantallas en niños y adolescentes, se observan más trastornos de ansiedad, impulsividad, irritabilidad y un incremento en trastornos del estado de ánimo. Esto ocurre porque los teléfonos hiperestimulan el sistema nervioso central y desregulan las emociones. Ademas hay que tener en cuenta que su efecto acumulativo conlleva otras consecuencias. Las horas de scroll nocturno interminables reducen la liberación de la hormona del crecimiento, que se produce principalmente durante la fase profunda del descanso. La privación de sueño afecta directamente al desarrollo físico y. neurológico.

Albares, también autor de Generación Zombie (Península), una obra que aborda como los móviles y las tabletas moldean a todos a una generación, recomienda que los adolescentes no tengan acceso a un dispositivo móvil hasta los 18 años. "No lo digo yo a tono personal, es lo que recomienda la Sociedad Española de Pediatría o la Sociedad Euroamericana de Pediatría. El uso temprano del móvil se asocia con problemas de salud mental en adolescentes, argumenta. 

Aunque es una situación complicada debido a la presión social, para el experto es fundamental alejar a los niños menores de seis años de las pantallas: "Entre los seis y los 12 años, el tiempo de exposición debería de ser inferior a una hora diaria y siempre supervisado por adultos, especialmente en lo referente al tipo de contenido. A partir de los 12 años y hasta los 18, lo ideal sería limitar el uso a no más de una hora y media", continúa.

Por su parte, Tara Thiagarajan, neurocientífica y autora principal del estudio, insta a las autoridades de todo el mundo a adoptar un enfoque preventivo, similar al que se aplica con el alcohol o el tabaco: "Se debería restringir el acceso a los teléfonos inteligentes a menores de 13 años, exigir educación en alfabetízación digital y establecer mecanismo de rendición de cuentas para las empresas", denuncia a través de una nota de prensa. 

"Se sabe que el alcohol es prejudicial a cualquier edad, pero especialmente en la etapa de neuromodulación, neuroformación y crecimiento, que es la adolescencia. Si su venta está prohibida hasta los 18 años por sus efectos nocivos, ¿por qué no se aplica el mismo criterio cn las pantallas?", se pregunta Albares.

Así mismo los padres también tienen responsabilidades y deben establecer límites claros. Para el experto es fundamental que esas normas sean coherentes. "No podemos decirles que no usen el móvil mientras nosotros lo tenemos entre las manos". 

El experto comenta adicionalmente. "hay que reflexionar con los jóvenes y explicarles que esto no es un castigo sino un acto de amor, y que fuera de las pantallas tienen un mundo mucho más interesante y más rico en experiencia que lo que un dispositivo puede ofrecerles".